Sin embargo con la industrialización, la mejora de las comunicaciones y la reducción de los costes de transporte la explotación de estas sales mediante evaporación dejó de ser rentable. Estas salinas funcionaban a partir de la extracción de agua salobre de un pozo que hoy está en ruinas (ver foto) y su distribución en un sistema de balsas de evaporación comunicadas entre sí por canales de madera.
Además de varios antiguos corrales y de un casón señorial y otro de criados que era propiedad de la familia que regentaba la mina, aún hoy en día se pueden contemplar las ocho piletas o balsas donde se dejaba el agua salobre evaporar.
Las minas contaban incluso con una ermita propia, lo cual no es muy usual en este tipo de asentamiento industrial. Hoy en día la mayor parte de los edificios se encuentran en ruinas, con sus techumbres hundidas, aunque aún es posible ver toda la maquinaria y la noria que se utilizaba para extraer el agua salobre.
Por último una fotografía que muestra de nuevo las salinas cuando aún estaban siendo explotadas en los años 30 y constituían una importante actividad para su municipio y un negocio bastante lucrativo.
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