En este palacio vivía una familia de antiguo linaje, que era propietaria de todo el valle y de muchas otras tierras, junto con su servicio formando una pequeña corte, como si de un antiguo reino perdido en las montañas se tratara. Los fundamentos de la "Casa Grande" son medievales aunque ésta fue completamente renovada en el siglo XIX. Pese a su aislamiento, en esta pequeña colonia no faltaba de nada: corrales de todo tipo de ganado, herrería, lavadero, capilla, huertos e incluso modernas salas de baño alicatadas en mármol, todo un lujo para la época.
Una vez más se puede observar que el tiempo no pasa en balde para esta casona pese a su sólida construcción. En las fotos se observa el contraste entre la situación actual y cuando estaba en su época de máximo esplendor a principios del siglo XX. El tejadillo de madera de la entrada y el muro de separación del jardín han desaparecido completamente. En el tejado hoy en día empieza a derrumbarse poco a poco y la mayor parte de los corrales ya están arruinados.
En todo el valle se cosechaba trigo en abundancia gracias a la humedad y riqueza de sus suelos. El problema venía a la hora de comercializarlo. La dificultad y precariedad de las comunicaciones hasta hace muy pocos años a grandes centros urbanos como Valencia encarecía enormemente su precio. Por esta razón el propietario de estas tierras se quejaba de que antes llegaba un barco de Ucrania a Valencia cargado de grano que un carro desde este valle a la misma ciudad.
Una vez el propietario que construyó esta casa solariega a finales del siglo XIX murió, los hijos parece ser que no quisieron seguir manteniendo la propiedad. Por ello antes de la guerra civil todo el mayorazgo fue dividido en lotes y vendido a particulares. Así empezó la decadencia lenta pero inexorable del palacio.Prácticamente todo el mobiliario del palacio fue vendido o quizás utilizado como leña en los duros tiempos de la posguerra. Sin embargo aún hoy quedan elementos interesantes como un confesionario privado, lámparas de araña, útiles de cocina etc.
Hoy en día en todo el valle el único ruido que se puede escuchar es el mugir de alguna vaca y de vez en cuando en la lejanía, el de alguna cosechadora o tractor que trabaja en los campos que aún hoy en día quedan activos. El centro del valle donde se erige el palacio perdido está completamente abandonado. Sus últimos propietarios no se preocuparon ni de llevarse sus vehículos. Hoy en día quedan dos matriculados a principios de los años 70 completamente abandonados y semienterrados entre la pinocha, pero aún bien aparcados y encarados al camino de acceso, como esperando a que su propietario se los lleve...
No hay comentarios:
Publicar un comentario