23/10/11

Pueblo de Casillas



La aldea de Casillas se encuentra en un lugar paradisíaco. Rodeado de bosques de pinar rojo y de sabinares junto a una pequeña rambla casi siempre seca, el único signo de vida que en la actualidad aún es posible encontrar es una granja de vacuno a unos 500 metros del mismo.




El pueblo de Casillas fue abandonado hace aproximadamente 30 años, hoy en día para llegar solo es posible hacerlo mediante un vehículo todo terreno o andando unos cuantos km desde la carretera más próxima. Es uno de esos pueblos que hoy en día ya no existen en los mapas. Por eso mostramos estas fotografías para conservar su memoria. En esta aldea hubo en sus mejores tiempos nueve familias viviendo con bastantes penurias, ya que nunca llegó a tener electricidad y el agua la recogían de un manantial junto a la rambla.  Estas familias vivían básicamente de la ganadería, pero en unas condiciones de casi total aislamiento por lo menos durante la temporada invernal por su difícil acceso.



Al contrario que en muchos otros pueblos, la razón de su abandono no fue solamente las difíciles condiciones de vida o la crisis de la agricultura o la ganadería. Lo que provocó su lenta decadencia fueron las políticas de repoblación forestal, a partir de las cuales se prohibió el pastoreo de cabras y ovejas, principal recurso de los habitantes de C..., en los montes circundantes. Entre la documentación que aun queda en la casa del alcalde de pedanía se pueden encontrar tiradas por el suelo unas cuantas multas impuestas a habitantes de esta aldea por pastorear en fincas del Estado. Junto a esto,la falta de infraestructura eléctrica fue otro factor determinante para su abandono.  Pese a que el alcalde durante bastantes años reclamó a las autoridades la construcción de un tendido eléctrico, ésta nunca llegó, con lo que sus habitantes acabaron emigrando a Catalunya o a Francia.




Hoy en día esta aldea va arruinándose poco a poco. La capilla que tenía está completamente en ruinas, y dos de sus nueve casas también. Solo otras dos de las nueve casas se encuentran aún en pie y con sus puertas y ventanas cerradas, quizás sean de los descendientes de los últimos habitantes que  de momento prefieren mantenerse alejados de estos pagos tan solitarios. En efecto cuando cae la noche el único sonido que se oye es el de algún cencerro lejano y el del viento cuando agita las ramas de sabinar....

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